ten presente...

Hola, personas de la Tierra. Acabo de ver Sunshine, una película interesante, que con sus hermosas imágenes de las cercanías de nuestro Sol, del paso de Mercurio por delante de él y que con aquellas escenas que nos revelan lo temible y la impactante soledad del espacio vacío (de materia) que abunda en nuestro Universo más alla de la superficie que pisamos, más allá de nuestra gran cortina azul, me hizo recordar algunas verdades básicas que debieramos tener presente.

Verdades que solemos olvidar y que perdemos fácilmente en la cotidianidad de nuestras vidas pasajeras... y a veces poco profundas.

La primera verdad, de lo que hablaré ahora, es que somos máquinas vivientes sorprendentes. No tenemos una fecha de creación exacta, si es que hubo una creación exacta, pero sí estimamos un intervalo de tiempo durante el cual hemos estado evolucionando desde máquinas vivientes más simples. La razón de nuestra evolución es una pregunta de poco interés, al menos para mi. Evolucionamos simplemente porque fue posible, y sucedió dentro de esa posibilidad. Incluso el porqué de la existencia de este planeta con seres vivientes es una pregunta, para mi, de poco interés. Existen muchos planetas, y en todos ellos es posible la generación y procreación de pequeñas máquinas moléculares naturales: trozos de materia movidos por fuerzas eléctricas que hace posible evolución de estos mismos de las formas más diversas, dado lo diverso que puedan resultar las condiciones de la roca en la cual suceda esto. Y como siempre es posible, sucedió aquí en La Tierra, dentro de esa posibilidad... aunque, qué maravillosa posibilidad !
...un universo sin vida sería un poco aburrido.

Y de pronto, caminando por los senderos de nuestra propia evolución, en un mundo a simple vista caótico, comenzamos a descubrir patrones, descubrimos que la naturaleza repite su comportamiento ante iguales situaciones y descubrimos que esto es lo que conserva la existencia. La naturaleza no tiene voluntad y puede, con relativa sencillez, dominarse, guíando su comportamiento repetitivo hacia la creación de un mundo mejor. Pero como muchos procesos, tiene su punto crítico, que es donde comienza el abuso y donde solemos olvidar esta simple verdad.


Las estrellas de los cielos nocturnos de nuestros días son las mismas que aquellas que contemplaban los hombres en la etapa que llamamos antigüedad. Pero nuestra conciencia, aún con el apoyo de la inteligencia lógica y práctica, aún no es capaz de mejorar el mundo. Seguimos inmerso en los malos sentimientos, aquellos de competencia, de rencor, de venganza, de aprovechamiento, de mentira, aquellos sentimientos que tienen sus raíces, probablemente, en aquellos instintos que permitieron nuestra existencia en los tiempos remotos en que realmente eran necesarios. Aún seguimos torturando a otras especies animales, aún usamos sus pieles, aún seguimos masticando sus músculos... y con orgullo, como si una voz en nuestro interior dijera: "Yo soy el vencedor...", con la diferencia de que ya no hay lucha, sino, trabajo, gano dinero, compro y te mastico. Aún somos injustos porque nos basamos en que somos más importantes, en que cada uno es más importante, o en que el ser humano es más importante. Por cierto, mentiras trágicas.

Creo que mientras conservemos esos instintos, el concepto de mundo feliz es realmente es utopia, pero siempre vale la pena luchar por un mundo mejor. Aunque la mayoría de las veces venza el instinto, que tiene una historia de millones de años, por sobre los ideales, que están recién naciendo, luchar por ideales es la manera de probar que nuestra especie tiene solución. Que estamos recién naciendo y no muriendo.

Tanto mejor si el ideal es una meta personal pero a la vez global, el verdadero cambio comienza por cambiarse uno mismo, no por obligar a otros que ellos hagan del mundo un lugar mejor.