Historia de la vida humana
Nacemos con un profundo interés por comprender el mundo al cual de pronto llegamos. Es natural que nuestra mente, recién llegada al universo conciente, aún confusa, pero SIN MIEDO, formule mentalmente todo tipo de preguntas relativas a las "reglas del juego". ¿Cómo ocurre esto? ¿Por qué sucede?
Hace falta sólo los primeros años en que aprendemos la más valiosa de las técnicas de progreso: el lenguaje hablado, para que esa formulación mental se transforme en palabras y en mayor comprensión, y por ende, en búsqueda de respuestas. Lamentablemente, esta, la edad más frágil del muchacho, es la etapa más corrompida, la más abusada, es aquí que se destruye la inteligencia natural de todo hombre, de toda mujer. Si tiene suerte, podrá mantener esa inteligencia natural para el resto de su vida, si no la tiene, ella será devorada por el consumismo, por los "desvíos", por la escuela, por la tecnología, que si bien el sentido común nos dice que debiera causarles inquietud en cuando al "¿cómo funciona?", sólo provoca ceguera mental, será también devorada por la mala música, por el poco estímulo, por el "NOO, ESO NO SE HACE", y por un sin fin de cosas que los mayores han inventado sabiendo inconcientemente el daño a la inteligencia natural de los más jóvenes.
Una persona sin conciencia pura ha perdido su inteligencia natural. No quiere decir que la ha perdido realmente, simplemente está oculta, muy oculta tras una gran nube llena de mentiras y egoísmo muy difícil de quitar.
Que tú tienes que ser el primero, que si puedes gánale al otro, jódelo, no lo compartas, no le des a nadie, que esto es mío, que esto es tuyo, que la música clásica es para viejos, que tome hijito aquí tiene su celular nuevo, que tienes que hacer la tarea así que no juegues, que no preguntes tonteras, que mira al perro feo que tonto es, ven aquí deja eso que te tengo dulces (y entonces el joven/la joven no investiga), que no hagas esto, no hagas lo otro, que no, que no y que noooo... son sólo algunas pocas frases que he oido de padres a sus hijos. No dudo que estos padres aman a sus hijos, pero inconcientemente lo matan. Le matan los más puro e inocente que podrán tener en sus vidas, la inteligencia natural.
Con el tiempo claro que los muchachos desarrollan otras inteligencias. Que son buenos para los estudios, que son astutos, que saben de quién enamorarse y de quién no, que tienen excelente memoria y tienen puros "sietes", llámale cualquier tipo de inteligencia que quieras, pero NO es una inteligencia inocente, no es natural y no sirve de mucho, no satisfacen por dentro sino que llenan de apariencias.
Llegamos a crecer lo suficiente y ya no hay vuelta atrás. Nuestra mente, ya lo suficientemente amoblada con porquerías, no quiere deshacerse de todo lo que ya tiene, porque ha estado conviviento tanto tiempo con nosotros que es un tesoro. La porquería se vuelve tesoro y por ello cuando eres rebelde y críticas el orden, criticas sus creencias, criticas sus costumbres, criticas sus modos de actuar, sus modos de pensar, la música que oyen, cuando criticas sus estilos de vida, cuando criticas su alimentación, cuando criticas su moda, cuando criticas sus vidas aritificiales, cuando intentas que abran sus ojos, ellos se sienten altamente ofendidos, los has herido enormemente, pero su furia se calma un poco porque piensan de ti, pobre muchacho, vive en su mundo y entiende nada.
No sé qué ha ocurrido con nosotros.
No mostramos amabilidad con otros ser vivos, por el contrario, los castigamos, los dañamos, les robamos su cuerpo, los asesinamos, nos comemos sus cadáveres y luego decimos: ¡muuy rico!. Nunca pensamos en el milagro de la vida al cual acabamos de sentenciarle su último final. De chicos nos dicen que el monstruo nos va a comer, y ellos mismos nos dan el ejemplo de monstruosidad.
...
Caminamos por las calles tal cual hormigas fuéramos. Con la gran diferencia que las hormigas se cooperan mutuamente. No mostramos mucha cooperación tampoco, por el contrario, procuramos sólo de que no nos roben otros seres como nosotros. Y yendo por las calles, preocupados de ese temor, preocupadísimos también de nuestras vivencias cotidianas, no miraremos jamás hacia el cielo para ver la Luna y preguntarnos, ¿cómo es posible que esa roca blanca tan hermosa, estando sin soporte físico, flotando en el cielo, no caiga a la Tierra y nos aplaste? Yendo por las calles, otro ser de la misma especie caminará por nuestro costado, pero jamás le detendremos para discutir con él el funcionamiento tan curioso e intrigante de la naturaleza... porque, ¡Oh Dios! ¡¡qué vergüenza!!
Hace falta sólo los primeros años en que aprendemos la más valiosa de las técnicas de progreso: el lenguaje hablado, para que esa formulación mental se transforme en palabras y en mayor comprensión, y por ende, en búsqueda de respuestas. Lamentablemente, esta, la edad más frágil del muchacho, es la etapa más corrompida, la más abusada, es aquí que se destruye la inteligencia natural de todo hombre, de toda mujer. Si tiene suerte, podrá mantener esa inteligencia natural para el resto de su vida, si no la tiene, ella será devorada por el consumismo, por los "desvíos", por la escuela, por la tecnología, que si bien el sentido común nos dice que debiera causarles inquietud en cuando al "¿cómo funciona?", sólo provoca ceguera mental, será también devorada por la mala música, por el poco estímulo, por el "NOO, ESO NO SE HACE", y por un sin fin de cosas que los mayores han inventado sabiendo inconcientemente el daño a la inteligencia natural de los más jóvenes.
Una persona sin conciencia pura ha perdido su inteligencia natural. No quiere decir que la ha perdido realmente, simplemente está oculta, muy oculta tras una gran nube llena de mentiras y egoísmo muy difícil de quitar.
Que tú tienes que ser el primero, que si puedes gánale al otro, jódelo, no lo compartas, no le des a nadie, que esto es mío, que esto es tuyo, que la música clásica es para viejos, que tome hijito aquí tiene su celular nuevo, que tienes que hacer la tarea así que no juegues, que no preguntes tonteras, que mira al perro feo que tonto es, ven aquí deja eso que te tengo dulces (y entonces el joven/la joven no investiga), que no hagas esto, no hagas lo otro, que no, que no y que noooo... son sólo algunas pocas frases que he oido de padres a sus hijos. No dudo que estos padres aman a sus hijos, pero inconcientemente lo matan. Le matan los más puro e inocente que podrán tener en sus vidas, la inteligencia natural.
Con el tiempo claro que los muchachos desarrollan otras inteligencias. Que son buenos para los estudios, que son astutos, que saben de quién enamorarse y de quién no, que tienen excelente memoria y tienen puros "sietes", llámale cualquier tipo de inteligencia que quieras, pero NO es una inteligencia inocente, no es natural y no sirve de mucho, no satisfacen por dentro sino que llenan de apariencias.
Llegamos a crecer lo suficiente y ya no hay vuelta atrás. Nuestra mente, ya lo suficientemente amoblada con porquerías, no quiere deshacerse de todo lo que ya tiene, porque ha estado conviviento tanto tiempo con nosotros que es un tesoro. La porquería se vuelve tesoro y por ello cuando eres rebelde y críticas el orden, criticas sus creencias, criticas sus costumbres, criticas sus modos de actuar, sus modos de pensar, la música que oyen, cuando criticas sus estilos de vida, cuando criticas su alimentación, cuando criticas su moda, cuando criticas sus vidas aritificiales, cuando intentas que abran sus ojos, ellos se sienten altamente ofendidos, los has herido enormemente, pero su furia se calma un poco porque piensan de ti, pobre muchacho, vive en su mundo y entiende nada.
No sé qué ha ocurrido con nosotros.
No mostramos amabilidad con otros ser vivos, por el contrario, los castigamos, los dañamos, les robamos su cuerpo, los asesinamos, nos comemos sus cadáveres y luego decimos: ¡muuy rico!. Nunca pensamos en el milagro de la vida al cual acabamos de sentenciarle su último final. De chicos nos dicen que el monstruo nos va a comer, y ellos mismos nos dan el ejemplo de monstruosidad.
...
Caminamos por las calles tal cual hormigas fuéramos. Con la gran diferencia que las hormigas se cooperan mutuamente. No mostramos mucha cooperación tampoco, por el contrario, procuramos sólo de que no nos roben otros seres como nosotros. Y yendo por las calles, preocupados de ese temor, preocupadísimos también de nuestras vivencias cotidianas, no miraremos jamás hacia el cielo para ver la Luna y preguntarnos, ¿cómo es posible que esa roca blanca tan hermosa, estando sin soporte físico, flotando en el cielo, no caiga a la Tierra y nos aplaste? Yendo por las calles, otro ser de la misma especie caminará por nuestro costado, pero jamás le detendremos para discutir con él el funcionamiento tan curioso e intrigante de la naturaleza... porque, ¡Oh Dios! ¡¡qué vergüenza!!
1 comentarios:
Había escrito harto y cuando puse enviar comentario me salio un error u_u!.
Bueno, decía más o menos que: concuerdo plenamente contigo, si algún día tengo hijos espero no caer en el error de que mis temores de madre le impidan a ellos crecen con conciencia (todo tipo de ella).
Me gustaría dar una apreciación personal a lo último que pusiste: Me encantaría que nos saludaramos los unos a los otros, por ejemplo, hay gente que vemos todos los días; al guardia de la puerta que está parado (aparentemente aburrido) debería saludársele, o a la señora del aseo que pasa por al lado nuestro con el escobillón, si los miran raros, no se sorprendan, pues ellos son los sorprendidos que creen que le hablan a otra persona.
Te quiero momo!
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